sábado, 19 de marzo de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #104)


Nuestro refugio antiaéreo era el puente. De todos modos habían cesado los bombardeos. ¡Vaya confusión, me sentía un extranjero! Afganistán quedaba muy lejos. El caballo había descendido por el terraplén pero desaparecía por unos matorrales que bordeaban todo el arroyo. Mi reloj de pulsera marcaba las tres. Necesitábamos descansar, cerrar los ojos y despertar con la esperanza de un nuevo amanecer. El caudal del arroyo era escaso, todo hacía presumir que su cauce era, además de estrecho, poco profundo. Acurrucados, nos quedábamos dormidos debajo del puente, como Astor, que echado entre nuestros bultos parecía una bola de pelos.