miércoles, 13 de abril de 2016

ODISEA EN AMÉRICA (EPISODIO #123)


En aquella pradera baja, de al menos cien metros cuadrados, nos sorprendía una cápsula, una envoltura esférica, de material extraño, suspendida en el aire a metro de la tierra que, extrañamente, albergaba una cosa. El caballo detenía la marcha. Resoplaba y descansaba. A nuestras espaldas la sombra nefasta avanzaba. Con mis pies puestos en la tierra acortaba distancia con la cápsula. No quería tocarla, tenía miedo de que también me retuviera en su cavidad extraña. El gato maullaba. Sofía hablaba pero ni siquiera me volteaba. En el interior de la cápsula yacía inerte nuestro zángano aliado. Era Erchudichu, no se movía, estaba inmóvil, víctima del encierro que esa peculiar cosa le había impuesto. Sofía alzaba la voz y me forzaba a observarla. Estaba enojada pero simultáneamente inmersa en una confusión desgraciada, como yo, que no decía nada y volvía a inspeccionar la cápsula. Pese a todo nos habíamos reencontrado pero la sombra nefasta avanzaba, como una ola desenfrenada.