—
¿Te das cuenta? ¡Es un hijo de puta! —le decía a Sofía, con los nervios desatados.
—
¿Quién? ¿Cómo podés decir eso?
—Este
potro es un desgraciado. La sombra maldita quiere incinerarnos y este descarado
ni siquiera es capaz de meter la primera.
Ciertamente,
la sombra nefasta se nos venía encima, como una plaga asesina.